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jueves, 21 de agosto de 2025

"AÑO 1844: REFLEXIONES DE JAIME BALMES (1810-1848) SOBRE LA GOBERNANZA, LAS FORMAS DE SER Y DE PENSAR Y LOS MALES QUE AFLIGEN Y EMPROBECEN LA VIDA EN LA DESGRACIADA ESPAÑA DEL SIGLO XIX".

GENTES, COSTUMBRES, FOLKLORE, TRADICIONES, HISTORIAS, PATRIMONIOS, Y PAISAJES DE LA PROVINCIA DE CASTELLÓN: 

EN HOMENAJE A MI TIERRA Y A MI PAÍS....

Por: JUAN E. PRADES BEL, autor de los proyectos: "RECORDAR TAMBIÉN ES VIVIR"; "HISTORIAS DEL MAR"; “ESPIGOLANT CULTURA: Taller de historia, memorias, crónicas, patrimonios y humanidades"; y otras historias.

(Proyecto): "DATOS PARA LA HISTORIA DE LA DESGRACIADA ESPAÑA DEL SIGLO XIX: BANDOLERISMO, FACCIONES GUERRILLERAS, ALZAMIENTOS EN ARMAS, GUERRAS CIVILES Y CARLISTAS". 

"AÑO 1844: REFLEXIONES DE JAIME BALMES (1810-1848) SOBRE LA GOBERNANZA, LAS FORMAS DE SER Y DE PENSAR Y LOS MALES QUE AFLIGEN Y EMPROBECEN LA VIDA EN LA DESGRACIADA ESPAÑA DEL SIGLO XIX".

Escribe: JUAN EMILIO PRADES BEL. ("Las historias escritas que me acompañan, me ayudan a pensar, a imaginar, a vivir, y a experimentar un mundo de vidas muy diferentes a la mía". J.E.P.B.).

INTRODUCCIÓN: El siglo XIX en España fue un período de cambios no solo culturales y económicos, sino en todos los ámbitos sociales y políticos. Fue la época de las revoluciones y de las guerras independentistas, lo que implicó una nueva forma de ver el mundo.

- Este artículo de la serie "Espigolant Cultura", intenta recrear una visión general sobre la ideología y los pensamientos en la España del año 1844, a través de los textos escritos por Jaime Balmes, que fue redactor del periódico "El Pensamiento de la nación", a través de su articulo titulado “Sobre la pretendida alianza entre los exaltados y los absolutistas”, dicha lectura puede acercar al lector amante de la historia a través testimonios presenciales, a percibir en parte las múltiples vertientes y amalgamas de ideas, pensamientos, encajes y desavenencias de la política y la afección de esta y estos en la vida cotidiana, en la economía y en la convivencia belicosa, esa es la realidad de los habitantes y de la opinión pública en las calles del año 1844.   

- Desde las páginas de "El periódico El Pensamiento de la nación", el redactor Jaime Balmes defendió un matrimonio entre Isabel II y el conde de Montemolín, para superar el problema dinástico surgido entre los partidarios de la reina y los carlistas; así como desde sus páginas se dirigirían críticas a la Constitución de 1837.

- Jaime Balmes (1810-1848), fue un destacado intelectual, era sacerdote, filósofo, teólogo, apologista, sociólogo, escritor y tratadista político español. Fue el fundador y redactor del periódico religioso, político y literario "El Pensamiento de la nación" de ideología conservadora y católicaEn 1848 fue elegido académico de número de la Real Academia Española, pero murió antes de poder tomar posesión.

 EXPOSICIÓN DOCUMENTAL (Sic): 

(Documento 1º, fechado en el año 1844):   

El Pensamiento de la nación, periódico religioso, político y literario. 20/3/1844, página 6. SOBRE LA PRETENDIDA ALIANZA ENTRE LOS EXALTADOS Y LOS ABSOLUTISTAS. En estos últimos días se ha felicitado mucho al gobierno por la energía que ha desplegado, así con respecto a los pronunciados de Alicante como a los guerrilleros del Maestrazgo y Galicia, haciendo notar que con este paso se había dado una lección severa a los partidarios de la anarquía y a los secuaces del despotismo.

- Se ha ponderado mucho que desde hoy en adelante ya sabrán todos los mal avenidos con el actual orden de cosas, que no se ataca impunemente ni el trono de Isabel ni la ley fundamental del Estado, y que así se inauguraba una nueva era, cuya divisa sería: “justicia para todos”.

- Parécenos que en esta manera de presentar los acontecimientos hay cuando menos alguna inexactitud, porque se viene a suponer que el partido absolutista y el anarquista, cada cual, por su parte, han hecho un esfuerzo para trastornar el orden, y que ha comenzado ahora el fusilar a los que se levantaban por el gobierno absoluto. Es más claro que la luz del día que la inmensa mayoría de los realistas, mejor diremos su totalidad, no han pensado en sublevarse ni en conspirar; véase cuáles son los hombres influyentes de él, sobre quienes haya recaído ni culpa ni sospecha.

- El levantarse un guerrillero, el reunir una partida más o menos numerosa, no es un suceso nuevo: desde que ha terminado la guerra civil no se ha visto la España enteramente libre de esas bandas, ni siquiera un solo día. ¿A qué viene, pues, el llamar de tal manera la atención sobre la coincidencia de los fusilamientos de Galicia con los de Alicante?... ¿Es que date de hoy, el fusilar a los carlistas como a los revolucionarios? Bien notorio es que no: hasta ahora se pedía hacer un pronunciamiento con seguridad de quedar impunes sus autores, si es que no alcanzaban galardón; más ni ahora ni nunca desde 1833 se ha señalado a los que han proclamado a D. Carlos otra pena que el último suplicio. Este es un hecho que nadie es capaz de desmentir.

- Se ha querido suponer no sabemos qué monstruosa alianza entre los sublevados de Alicante y los carlistas: a esto se puede contestar con un recuerdo, que será tanto más decisivo cuanto es un argumento fundado en hechos de la historia del partido dominante. Cuando la regencia de Espartero se veía o creía verse amenazada por conspiraciones reales o aparentes de los moderados, los órganos de la situación clamaban de continuo contra la alianza carlo-cristina; referían los pormenores de la soñada transacción; suponían en concertado movimiento a O’Donnell y Villareal, a Pavía y Elío; y hasta de vez en cuando confeccionaban juntas en Burdeos y otros puntos del extranjero, donde se reunían para la ejecución de tremendos designios el P. Cirilo y Martínez de la Sosa. ¿Se quería una prueba irrefragable de esta verdad? Ahí estaba una carta de un corresponsal bien informado; ahí estaba el viaje del sujeto Á. que habla coincidido con el del personaje B.; y, sobre todo, ahí estaba el haberse aproximado a la frontera algún general adicto a Cristina, mientras asomaba en el Maestrazgo una partida de antiguos secuaces de Cabrera, o se dejaban ver algunos trabucaires en las crestas de las montañas de Cataluña.

- Todavía recordamos que el general Van-Halen tuvo la humorada de asegurar que el movimiento de noviembre de Barcelona, no obstante de ser sus directores hombres conocidos por sus ideas republicanas, habla sido promovido por los carlistas y los moderados; y esto lo decía con tal seriedad, que se adelantaba a añadir que en la tarde del 15, después del fuego en que las tropas habían tenido que replegarse, el general conoció a los carlistas y moderados que se paseaban por la Rambla muy alegres y satisfechos, como lo manifestaban sus caras.

- Por manera, que en gobernando los exaltados los carlistas se alían con los moderados, y en gobernando los moderados los carlistas se alían con los exaltados: aquí vendría bien aquello de “en árbol caído todos hacen leña”.

- La inmensa mayoría del partido moderado es demasiado juiciosa para que podamos persuadirnos de que asiente a semejantes absurdos: y cuando ella ha sufrido los mismos cargos de los que se apellidan alianzas nefandas, y ha tenido que defenderse contra tamañas calumnias, creemos que un sentimiento de justicia lo impulsará, a no acriminar a un partido que, sean cuales fueren sus convicciones, se mantiene tranquilo y sumiso a las leyes.

- Quien ha sufrido una calumnia, natural es que no preste fácilmente oído a ella cuando la sufre otro que se halla en circunstancias muy semejantes. El testimonio de la inocencia en aquella sazón, nos debe inclinar a presumir la inocencia de los demás.

- Si los hechos no hablasen, bastante fuera disipar tales conjeturas la simple consideración de los principios, de los intereses, de los objetos de los dos partidos que se suponen aliados. Pero se nos dirá que se habla de las heces; entonces no mentéis a los partidos, no felicitéis al gobierno por haber triunfado de principios opuestos: las heces no son los partidos, las heces no profesan principios, las heces no representan nada; por lo mismo que son heces son desechadas; no pertenecen a determinado cuerpo; no arrojan sobre nada responsabilidad ni tacha; el triunfar sobre ellos es una fortuna, es el cumplimiento de un deber, mas no la victoria sobre ningún partido; mas no una lección ni un escarmiento para los hombres de bien de ninguna opinión.

- Si se nos replicase que los partidos más distantes a veces se mancomunan para derribar a su adversario, que así acontece en Francia, que así aconteció en el pronunciamiento de junio, responderemos que esto se verifica después de largo tiempo del predominio de uno solo, cuando la exasperación se ha apoderado de los ánimos, cuando ya no tienen esperanza de triunfar por otro medio; mas no cuando en reciente lucha se han hallado en opuestos campos, y han luchado con encarnizamiento los que debieran aliarse.

- Los pronunciados de Alicante y Cartagena representan la causa de Espartero y del partido que le sostenía; y con ambos lucharon en junio los carlistas en unión con los moderados. ¿Quiénes fueron sus mejores auxiliares en Cataluña, en Valencia y en casi todos los puntos del reino? Cuando vino el pronunciamiento de los centralistas para neutralizar los resultados del pronunciamiento de junio, ¿por ventura los carlistas favorecieron el triunfo de la nueva insurrección?... ¿No contribuyeron también ellos por su parte a encerrarla en los puntos donde habla estallado, obligándolas en unión con el ejército a morir de consunción?... No conviene olvidar tan pronto a los camaradas con quienes se ha militado bajo una misma bandera y corrido los mismos riesgos: los partidos como los individuos deben guardarse mucho de la ingratitud.

- Por lo que toca a la monstruosa alianza, ni creemos que se haya realizado ni que pueda realizarse; más diremos, en nuestro concepto si se presentara este caso, estaría en el interés del partido dominante, no el despreciarla con insultante desdén, sino el desbaratarla con hábil política, atrayéndose al partido carlista. Esta política, ya comenzada a seguir con algunas medidas reparadoras, podría extenderse en mayor escala, y continuarse con más perseverante y trabado sistema: porque para quien conozca el estado de las ideas y costumbres de España, es evidente que no es posible establecer un gobierno fuerte si no se logra el indicado objeto. Mientras el partido carlista se mantenga tranquilo, inofensivo, ajeno a toda tentativa de insurrección, una de las fracciones del partido liberal podrá gobernar por más o menos tiempo, bien que siempre con debilidad y sobresalto; pero desde el momento que el partido carlista se arrojase a la arena unido con la fracción excluida del mando, sucedería como sí a un platillo de balanza que tiene el peso de uno se le contrapesara con cuatro. No olvidéis estas verdades; recordad que en tiempo de vuestro infortunio procurabais atraeros la opinión y los intereses de ese partido que pudo sostener una guerra de siete años: la política observada en una secretaría debiera dominar en todas; y la prensa amante de la situación actual debiera coadyuvar a esa unión, sin la cual no es posible hacer la felicidad de España. (J.B.) (Jaime Balmes)

ADDENDA, ADICIONES Y COMPLEMENTOS SOBRE LAS TEMÁTICAS Y MOTIVOS REFERIDOS EN EL ARTÍCULO. (POR JUAN EMILIO PRADES):

LOS GUERRILLEROS DEL MAESTRAZGO: Entre 1842 y 1844 hubo varias partidas carlistas deambulando el Maestrazgo. Estas fuerzas de gente armada y belicosa eran pequeñas y nunca llegaron a constituir una amenaza para el gobierno liberal, aunque sí que fueron una molestia para los habitantes de la zona, porque les quitaban la comida y otros suministros y medios que necesitaban para vivir y funcionar, además de reclutar y secuestrar a algunos de los vecinos. Por otra parte, la revuelta contó con muy poco apoyo popular, al contrario de lo que había ocurrido unos años antes, lo que acabó provocando su fracaso.

BIBLIOGRAFIA, WEBGRAFÍA Y FUENTES DOCUMENTALES:

ARCHIVO FOTO-IMAGEN: 

Imágenes cedidas por J. E. Prades Bel. 

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