GENTES, COSTUMBRES, TRADICIONES, HISTORIAS, PATRIMONIOS Y PAISAJES DEL MUNICIPIO DE XERT:
Por: JUAN E. PRADES BEL, “Crónicas”, “Humanidades”."(Proyecto: "ESPIGOLANT CULTURA"; taller d'història, memòries i patrimonis).
(Sinopsis):
RECORDAR TAMBIÉN ES VIVIR…
(Temática):
DATOS PARA LA HISTORIA DEL MUNICIPIO DE XERT/CHERT.
(Temática): EN HOMENAJE AL PAISAJE CULTURAL, HISTÓRICO, FOLKLÓRICO, GASTRONÓMICO, Y AL ARGOT
AGROPECUARIO AUTÀRQUICO DE LAS MASIAS, LAS GENTES Y LAS CASAS DE LA
BARCELLA Y XERT, MEMORIAS 1860-1960.
“LAS OBSERVACIONES DEL ASTRONOMO, GEÓLOGO Y POLIFACÉTICO CIENTIFICO JOSÉ JOAQUÍN LÀNDERER DE SU VISITA A LA ESTACIÓN PREHISTÓRICA DE LA MOLA DE CHERT, EN 1880”.
Escribe: JUAN EMILIO PRADES BEL. ("Las historias escritas que me acompañan, me ayudan a pensar, a imaginar, a vivir, y a experimentar un mundo de vidas muy diferentes a la mía". J.E.P.B.).
INTRODUCCIÓN: Estancia científica de José Joaquín Landerer en el municipio de Chert en el año 1880.
- José Joaquín Landerer (Valencia, 1841-Tortosa, 1922) fue astrónomo, geólogo y paleontólogo, era un investigador de formación autodidacta, católico y defensor de un pensamiento creacionista, opuesto al darwinismo, y evolucionó a posturas transformistas.
EXPOSICIÓN
DOCUMENTAL (SIC):
TEXTOS DE LANDERER DEL AÑO 1880: La Ilustración española y
americana (Madrid), 30/12/1880, página 9. La Ilustración
española y americana. Año XXIV, Núm. 48, Desembre 1880. “EL MAESTRAZGO EN LOS TIEMPOS PREHISTÓRICOS”. La Jana es un pueblecito de la provincia de Castellón,
atravesado por la carretera que conduce de Vinaroz á Morella. Al Norte de dicho
pueblo, y como á unos seis kilómetros, terminan los depósitos del gran llano
mioceno y comienzan las primeras estribaciones de la Muela de Chert, de esa
alta meseta que viene á ser por este lado el primer escalón de la inmensa mole
montañosa que se extiende por todo el Alto Maestrazgo é invade parte de las
provincias de Tarragona y Teruel. De dos grupos principales consta el expresado
monte: la Muela propiamente dicha, que es la más elevada, y en cuya vertiente
SO. se halla situado el pueblo de Chert, y la Mola murada, así llamada en el
lenguaje local, y que no es sino una continuación de la primera hacia su lado
occidental. Su constitución geológica comprende los tres horizontes superiores
que he establecido en el piso tenéncico, terminándose por arriba con una
potente capa de caliza dura y compacta, materialmente cuajada de restos de Requienia
Lonsdalei, y cuyo espesor varía entre 25 y 50 metros.
Los bordes de este banco son escarpes de
considerable altura, exceptuando escasos puntos, por donde es accesible, aunque
no sin trabajo, la meseta superior. Una vez llegado á ella, el observador
descubre uno de los más bellos panoramas del país. La dilatada llanura que en
otro tiempo fue fondo de las aguas miocenas; las dislocaciones, denudaciones y
roturas que en vasta escala ofrecen las montañas; la naturaleza y el relieve
del terreno, todo se presenta, como en síntesis demostrativa, acusando, con el
lenguaje persuasivo de los hechos, los grandiosos acontecimientos de que ha
sido teatro esta parte de la Península durante la época miocena.
El suelo de la meseta se presenta en algunos
puntos muy resquebrajado, y debió servir de asiento en otro tiempo á bosque de
pinos, como se ven aún en las montañas del contorno, constituidas por la misma
roca; en otros puntos se halla apenas alterado, pues la caliza es tan dura á la
acción destructiva de los agentes de erosión y de denudación, que á pesar de
los millones de siglos de que data su conversión en tierra firme, al final de
la época tenéncica, no ha llegado á formarse á sus expensas más que una
cantidad insignificante de tierra vegetal, en la que crecen raquíticos
representantes del romero y del tomillo; de suerte que ni aun los rebaños de
los cortijos contiguos, que suelen llegar hasta una fuente situada á corta
distancia, suben hasta aquel sitio árido y desierto sino en raras ocasiones.
Diríase que la imagen del páramo encuentra allí su expresión más acabada.
Nada hay allí que pueda llamar la atención del excursionista indiferente á la investigación y al estudio, porque ¿Qué ha de significar para él un montón longitudinal de piedras ennegrecidas por la mano del tiempo, y dispuestas, al parecer, sin orden alguno desde un extremo á otro de la Mola murada?.
Pues precisamente lo que esas piedras significan, y lo
que con ellas se relaciona, va á constituir el objeto culminante de la presenta
reseña. Hacía tiempo que ese montón de piedras, visible desde La Jana, había
llamado la atención de su ilustrado párroco D. Ambrosio Sanz, virtuoso sacerdote,
que aunque no se ha dedicado al estudio de las ciencias, porque no ha conocido sino
muy tarde la importancia de estos conocimientos, efecto de la escasa instrucción
científica que se da todavía en casi todos los seminarios de España, manifiesta,
no obstante, á la Geología y á sus altas enseñanzas una admiración digna de
aplauso, y hace por ellas celosa y activa propaganda entre sus colegas. El
nombre de Mola murada avivó más su deseo de conocer de visu el terreno,
sospechando que pudiera tratarse de un verdadero muro ó margen de origen
desconocido, y decidióse al fin á emprender un viaje de exploración.
Apenas realizada esta visita, me comunicó
sus impresiones; y pareciéndome que los resultados no podían ser más
interesantes, resolví personarme sin pérdida de tiempo en el lugar del
descubrimiento. Así lo hice, y lo primero que se presentó á mi vista fue el extenso
muro que corre trasversalmente de un lado á otro de la pequeña Muela, aislando
toda su porción oriental de la región más baja y de la Muela mayor, y dejando
cerrado de este modo un recinto que en su borde Norte y Este se halla defendido
por el precipicio natural de la meseta, y por el antedicho muro en lo restante
de su circuito. Procedí á medir la altura sobre el nivel del mar, levantar un
croquis y sacar dibujos de lo más notable. La primera, deducida de
observaciones hipsométricas, he encontrado ser de 734 metros. El segundo está
representado en la fig. 1ª., y la vista del muro, por el lado exterior, en la
2ª., que lo deja ver en lo alto de la pendiente, mostrando al mismo tiempo el
principio del precipicio por uno y otro extremo.
Como lo indica la fig. 1ª., el murallón AB
forma una curva y tiene una longitud de 250 metros. Está fabricado con piedras
sueltas colocadas de plano, las cuales han debido ser traídas, en su mayor
parte, de las laderas del monte, en donde abundan los derrumbamientos, pues
según dejo expresado, el suelo sobre que se halla construido no ha podido
proporcionar tantos materiales. Termina al Mediodía antes de llegar al escarpe,
lo cual indica la existencia de una abertura ó puerta que daba acceso al
recinto su ancho, en la base, es de unos 5 metros, algo mayor que la que
tendría en su primitivo estado á causa de las piedras que se han ido
desprendiendo desde la parte superior, cuya altura actual varía de 2 á 3
metros. Calculo que la cantidad de piedra acumulada no baja de mil ochocientos
metros cúbicos.
Descúbrense dentro del recinto, un pequeño
muro C, y restos de cimientos, formados de piedras simplemente clavadas en
tierra, que debieron pertenecer á toscas viviendas. El número de éstas se eleva
á más de treinta, pues hay algunas en que los cimientos han desaparecido, y no
es fácil deslindar la superficie del emplazamiento, que sólo se marca por una pequeña
excavación. Todas son de forma oval, variando algún tanto en sus dimensiones : en
las más grandes el eje mayor de la elipse mide seis metros, y el menor tres,
mientras que en las más pequeñas el eje mayor mide tan sólo dos metros. Ningún
plan de orientación parece haber presidido á su construcción, óraselas
considere por grupos, ora aisladamente, pues si bien hay uno de aquéllos en que
se encuentran alineadas en una dirección que casi coincide con la meridiana,
débese más bien á los accidentes del suelo que allí se presenta con pequeñas
depresiones en el mismo sentido.
Deshecho el murallón por partes en un
espacio total de 6 á 10 metros, con el objeto de saber si encerraba algo de
interesante, han aparecido en su base numerosos huesos, casi todos en muy mal
estado, á causa de no haber sido enterrados á bastante profundidad. Entre los
mejor conservados figuran algunos pedazos de tarso y de tibia, una vértebra, y molares
de cabra, perro, caballo y corzo. Fuera del recinto se han encontrado diversos
instrumentos de piedra, tales como las hachas que he dibujado de frente y de
lado en las figuras 4 y 5, y la punta de lanza, vista de frente y en corte, en
la figura 3. Las dos primeras son de sílex blanquecino con vetas rojizas; la
segunda, de diorita negruzca. Estas hachas son muy abundantes en el país.
Inútil parece consignar que acerca de
semejantes construcciones no se conserva tradición alguna, dado que nada tienen
de común, ni por su naturaleza, ni por sus condiciones, que podríamos
fundadamente llamar estratégicas, con las obras que en el Maestrazgo subsisten
todavía del tiempo de la dominación sarracena, ni con las de la romana, en
cuyas edificaciones presidia bien distinto plan, debiéndose, por consiguiente,
buscar el origen de aquéllas en época mucho más remota. No es difícil
encontrarlo estudiando la marcha y el modo de ser de las primitivas sociedades
durante los tiempos de la piedra pulimentada. Desde luego no puede menos de
sorprender la similitud de circunstancias que concurren entre las
construcciones de que se trata y los recintos defensivos de la América del
Norte. En la región central de los Estados Unidos ocupan estos recintos fuertes
posiciones naturales, citándose entre los más notables el de Bourneville. Hállese
construido sobre una colina aislada, de más de 400 pies de elevación, con sus
lados escarpados, y en diversos puntos completamente inaccesibles. Las defensas
consisten en un muro de piedra que circuye á la colina un poco más abajo de la
cima. En los sitios en que mejor se conserva tiene de 15 á 20 pies de ancho, y
de 3 á 4 pies de altura, lo cual denota que en su primer estado la altura
vendría á ser de g pies, con otro tanto de base. En el interior de algunos de
estos recintos existen muchos ánulos ó círculos de piedras, que son los
cimientos de antiquísimas viviendas; habiéndose observado que junto á las
mismas, ó muy cerca de ellas, existe siempre alguna fuente natural. El estudio
de estos monumentos de las antiguas tribus americanas conduce á concluir que
datan de unos tres mil años.
Es imposible dejar de descubrir entre estas
defensas y las de nuestro territorio una notable analogía. Naturaleza de las
construcciones, posición inexpugnable de recinto, forma de las viviendas
interiores, existencia del agua en sus inmediaciones, todo se aúna para
demostrar la semejanza de plan que en unas y otras ha debido intervenir. Por lo
que concierne á la antigüedad de la nuestra, no cabe duda que ha de ser muy
superior á las del Nuevo Mundo, toda vez que aquélla pertenece á la edad de la
piedra pulimentada, como lo acusa la presencia de las hachas. Conviene añadir,
para mayor ilustración de lo que precede, dos hechos que no carecen de
importancia, á saber: la presencia de restos de corzo, rumiante desaparecido de
tiempo inmemorial en el país, y las particularidades que ofrece la marcha
general de las primitivas tribus, que, partiendo del extremo Oriente, se han
diseminado sobre toda la tierra; de donde resulta que una misma fase del
progreso humano debe ser tanto más reciente cuanto más lejos de los centros
asiáticos de dispersión se haya manifestado. Si, pues, los aborígenes de
nuestro país, por razón de su proximidad relativa á aquellos centros,
han atravesado las fases de su historia con anterioridad á los de regiones más
distantes, como la América, es evidente que una misma manifestación debe ser
más antigua en las comarcas del Viejo Mundo que en las del Nuevo. Es así que
las edificaciones de la Muela se relacionan con las edades neolíticas; luego su
gran antigüedad resalta más todavía. Debe deducirse, además, que la forma de
estas construcciones arranca en la edad de la piedra pulimentada y se ha
continuado sobre la tierra hasta una época que se da la mano con la histórica. El
hecho de encerrar restos de animales el muro de la Muela, y los del nuevo
continente no prueba que en las primitivas emigraciones de los pueblos se
iban modificando algunas de sus costumbres, como sucede siempre que el tiempo y
el espacio dejan sentir su poderosa influencia.
Con estos datos, fácil es formarse idea del
género de vida de los antiguos habitantes del Maestrazgo, máxime si se tiene en
consideración la luz que acerca de un género análogo arroja el estudio de las
costumbres de los salvajes modernos, como, por ejemplo, los esquimales y los de
la Oceanía, muchos de los cuales se hallan en plena edad de piedra pulimentada
ó conocen apenas los metales, sirviéndose de instrumentos completamente idénticos
á los que empleaba el hombre prehistórico de Europa. En la Muela de Chert un
pueblo bastante numeroso fijó su residencia durante un largo trascurso, pues la
obra defensiva excluye la posibilidad de tribus nómadas.
No es dado determinar á que objeto obedeció
el enterramiento de animales debajo del murallón, á no ser el de sacrificarlos
en holocausto antes de proceder á la fundación de las viviendas y á la obra de
fortificación del recinto; costumbre que pudiera encontrar puntos de semejanza
con otras más ó menos cruentas que los salvajes contemporáneos conservan
todavía. El rigor del clima en invierno, sobre todo á causa de los vientos helados
del Norte, que en aquellas alturas soplan con extrema violencia, se halló un
tanto mitigado por los bosques á la sazón existentes: pero, así y todo, el frío
debió ser intenso, y parecería á primer a vista extraño que el hombre hubiese
elegido para su residencia un lugar tan desapacible, si, por una parte, la
necesidad de buscar puntos fácilmente defendidos no estuviera tan manifiesta; y
por otra, ejemplos análogos no nos enseñasen que otros pueblos de las mismas épocas vivían del
propio modo en parajes fríos, al abrigo de simples resguardos naturales.
La primera vez que la noticia del
descubrimiento hecho sobre la Muela de Chert corrió por el Maestrazgo,
despertó, como era natural, la admiración y la curiosidad de muchos, y lo que
sería muy poco natural, si no se tratase de un país tan atrasado como el
nuestro, la hilaridad de no pocos; hasta tengo entendido que al corresponsal de
un diario que se publica en una capital no lejana sirvió la noticia de asunto
para algún párrafo humorístico. Bien lejos estarían, por cierto, de sospechar
los que reían que hubiesen vivido en pleno salvajismo sus antepasados, admitido
que, como parece lógico inferir, los actuales moradores han de ser en gran
parte descendientes por línea directa de los antiguos. Cito estos detalles como
muestra del estado en que se encuentra la instrucción en nuestra patria; estado
contra el cual vengo haciendo en estas columnas una cruzada incesante, poniendo
de relieve las causas que lo motivan y deplorando que no llame la atención
tanto como fuera de desear, sobre todo de la prensa, que sería un poderoso
resorte par a conseguir el resultado. Es innegable que, si no se aplica pronto
y eficaz remedio, con un sistema racional, sencillo y práctico, que se halle á
la altura de las necesidades de la época, España irá quedando, de cada vez más,
aislada del concierto científico europeo.
JOSÉ
J. LANDERER.
ADDENDA: ADICIONES Y COMPLEMENTOS SOBRE LAS TEMÁTICAS Y MOTIVOS REFERIDOS EN EL ARTÍCULO. (POR JUAN EMILIO PRADES):
BIBLIOGRAFIA,
WEBGRAFÍA Y FUENTES DOCUMENTALES:
- Micó Navarro, José Antonio: “José Joaquín Landerer y sus observaciones sobre el yacimiento arqueológico de la Mola murada de Xert”. chert.atspace.cc de Julián Segarra Esbri.
- LANDERER, JOSÉ J. (1872): Monografía paleontológica del piso áptico de Tortosa, Chert y Benifazá, Madrid, Casa de Don Carlos Bailly-Baillière, 1872.
ARCHIVO FOTO-IMAGEN:
El meu cosi Vicent Doménech Bel. |
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