GENTES, COSTUMBRES, FOLCLORE, TRADICIONES, HISTORIAS, PATRIMONIOS Y PAISAJES DEL TERRITORIO DEL MAESTRAZGO HISTÓRICO DE LAS PROVINCIAS DE CASTELLÓN Y TERUEL:
EN HOMENAJE A MI TIERRA Y A MI PAÍS....
Por: JUAN E. PRADES BEL, autor de los proyectos: "RECORDAR TAMBIÉN ES VIVIR"; “ESPIGOLANT CULTURA: Taller de historia, memorias, crónicas, patrimonios y humanidades"; y otros.
(Proyecto): "DATOS PARA LA HISTORIA DE LA PRIMERA GUERRA CARLISTA 1833-1840. FRENTES DE ARAGÓN, EBRO, MAESTRAZGO Y VALENCIA".
"AÑO 1838: HAMBRE, MARTIRIO, MUERTE Y CANIBALISMO, LAS GRAVES ATROCIDADES SUFRIDAS POR LOS SOLDADOS LIBERALES, CAIDOS PRISIONEROS EN LA BATALLA DE HERRERA DE LOS NAVARROS, DURANTE SU CAUTIVARIO EN BECEITE, CANTAVIEJA, VILLARLUENGO Y OTRAS PRISIONES DEL MAESTRAZGO".
Escribe: JUAN EMILIO PRADES BEL. ("Las historias escritas que me acompañan, me ayudan a pensar, a imaginar, a vivir, y a experimentar un mundo de vidas muy diferentes a la mía". J.E.P.B.).
INTRODUCCIÓN TEMÁTICA: Este artículo, describe una de las historias más horrendas de maltrato y de crueldad sufridos en cautiverio por prisioneros de guerra en España. Las tropas
carlistas del general Cabrera apresaron en la batalla de Herrera de los Navarros y del Villar de los Navarros a más de
1.500 soldados del ejército liberal. En apenas 7 meses, y antes del canje de
los supervivientes, ya habían perecido tres cuartas partes a causa del hambre,
el frío, las enfermedades, las torturas y las ejecuciones por acuchillamiento con sables, bayonetas y lanzas. Muchos de los prisioneros tuvieron
que recurrir al canibalismo para poder sobrevivir, solo unos 300 lo consiguieron. El matar de hambre, sufrimientos y múltiples crueldades era una práctica habitual que perpetuaron a lo largo de toda la guerra, las tropas al mando del sanguinario Cabrera.
- El 24 de agosto de 1837, tuvo lugar una cruenta batalla en los términos
municipales de Herrera de los Navarros y del Villar de los Navarros en la provincia de
Zaragoza. El resultado fue una importante victoria para el bando
carlista, que, aunque sufrió alrededor de 400 bajas, produjo otras tantas en el
bando isabelino, sumando otros más de 400 heridos y haciendo más de 2000
prisioneros, de los cuales más de 400 eran quintos del 36, y los enrolaron forzados en las tropas carlistas. Por el bando leal comandaron la batalla Marcelino Oraá y José de
Buerens. Por el bando carlista dirigían el ejército el propio pretendiente al
trono Carlos María Isidro de Borbón y Vicente González Moreno, ambos alojados en pueblo de Villar de los Navarros.
EXPOSICIÓN DOCUMENTAL (Sic):
(Documento 1º, fechado en el año 1838): “1.° DE ABRIL DE 1838: DIARIO MANUSCRITO DE LOS PADECIMIENTOS SUFRIDOS POR LOS PRISIONEROS DE LA ACCIÓN DE HERRERA” ESCRITO POR EL SUBTENIENTE DEL REGIMIENTO DE INFANTERÍA DE CÓRDOBA, JUAN MANUEL MARTÍN.
AÑO 1838: Correo nacional (Madrid). Domingo 29/4/1838. GUERRA
CIVIL. Diario de los padecimientos sufridos por los prisioneros de la acción de
herrera, dedicado a su S. M. La Reina Gobernadora.
Señora: Los que tienen un corazón
castellano no pueden olvidar jamás a la que es la Madre de su Reina: el fuego
de los combates y los infortunios todos, no entibian el amor que profesan a S. M.
los oficiales del ejército español. Prueba será de ello el que suscribe, que,
acosado por la desgracia en poder de un bando sanguinario, y no siéndole posible
esgrimir la espada que le habían arrancado, determinó escribir esta narración
porque llegase un día a sus reales manos. Este día ha llegado: el canje que
tuvo efecto el día 26 de marzo (de 1838), me ha devuelto mi libertad, y como
primera muestra de ella, dirijo a mi Reina y Señora este diario, y le ofrezco de
nuevo mí vida que juro consagrar a su defensa. Valencia 1.° de abril de 1838.
- AÑO DE 1837. AGOSTO (de 1837).
- Señora: Juan Manuel Martin, subteniente del regimiento infantería de Córdoba 10 de línea. En la
madrugada del 24 de agosto emprendimos movimiento sobre el pueblo de Herrera, a
la vista del cual se presentaron las avanzadas enemigas, rompiendo el fuego con
las descubiertas de nuestra caballería.
- Desde las diez de la mañana se fue persiguiendo
a las fuerzas que se presentaron, y encontrándose en los campos del Villar de los
Navarros, fueron reforzadas por algunos batallones más, a cuya cabeza se
hallaba el pretendido rey. Todas estas fuerzas reunían el número de 14.000
infantes, más de 1.000 caballos y cuatro piezas de artillería, que nunca se la
habíamos conocido. Emprendieron una retirada falsa; y cuando conocieron estar en
terreno a propósito para ellos, nos presentaron la batalla, y aunque nos excedían
de un doble en número no se vaciló el admitirla; pues sin duda el general
Buerens, creyendo a la división de Oráa inmediata, y no desmereciendo nunca de su
acreditado valor, no dudó un momento en atacarles. Mas habiéndose extendido demasiado
la línea por el terreno tan escabroso, y teniendo que entrar todas las fuerzas en
fuego, unido a no tener columna de reserva que nos protegiese, fue causa de que
el enemigo arrollara nuestra izquierda, y que luego nos acometiese por todas
partes.
- Los batallones del Príncipe, Córdoba y la Guardia
empezaron a retirar formando el cuadro, y se resistieron con decisión de varias
cargas dadas por la caballería.
- La columna de cazadores, batallón del 6° y guerrillas
de las compañías de fusileros, con las del provincial de Ávila y Almansa, se
resistieron con valor hasta concluir con las municiones, llegándose a tirar a
tiro de pistola; pero avanzando sus masas a la bayoneta, protegidos por su
mucha caballería, nos obligó a poner en una completa dispersión, arrollándonos
el enemigo a discreción: de lo que resultó caer prisioneros el brigadier D. Ramon
Solano, 84 oficiales, 60 sargentos y sobre 1.500 soldados, de los cuales a los
de la quinta del 36 les hicieron tomar las armas como a unos 400.
- Fuimos conducidos aquella noche a Herrera y Villar
de los Navarros, en cuyos caminos nos despojaron de nuestras ropas y dinero,
dejándonos enteramente en cueros.
25. Salimos del Villar escoltados por el 3º de
Castilla, y al pasar por el pueblo de Blesa, compadecido su vecindario de
nuestra miseria y desnudez, nos proporcionó un gran rancho de pan y chocolate,
y algunos zapatos viejos: dormimos en Minuesa en una capilla, donde estuvimos hasta
que en la mañana siguiente nos unimos a los demás oficiales, que estuvieron en
una casa. En este pueblo murió el general faccioso Quilez.
26. En este mismo pueblo se nos entregó al 5.º de Aragón,
mandado por D. Pablo Aznar (el Cojo), y salimos para Oliete, donde dormimos.
27. Salimos de Oliete a las cuatro de la mañana, y dormimos
en Julbe (actual Ejulbe).
28. Desde Julbe salimos para Víllarluengo, donde nos
recibió la junta ficciosa, profiriendo algunas expresiones insultantes, y
dormimos en dicho pueblo.
29. Descansamos en Villarluengo: nada bubo de
particular.
30. Salimos para Cantavieja, donde permanecimos
hasta 1. ° de setiembre.
31. Subsistimos sin novedad.
- SETIEMBRE (de 1837).
1.º Retrocedimos de Cantavieja a Villarluengo,
alejándonos en el mismo edificio, y la tropa en un convento. Durante nueve días
que permanecimos en este pueblo, dormimos en el duro suelo, sin recibir más
raciones que media de pan diaria.
2. Desde este día al nueve inclusive no ocurrió más
novedad que la ya expresada.
10. Volvimos para Cantavieja. siendo conducidos al castillo
de este pueblo, donde permanecimos hasta el 24, que se nos trasladó a la cárcel
pública, donde se nos encerró rígidamente, sin permitir para nada la salida.
27. En los días que transcurrieron hasta este, no
hubo cosa particular. La ciudad de Teruel, a invitación de su jefe político,
nos remitió en este día una porción de camisas, hilas y vendas.
- OCTUBRE (de 1837).
3. Desde el 27 hasta este día no recibimos más que
insultos. De Teruel se nos remitieron bastantes mantas.
15. La voz que se llegó a hacer pública de que el
general Oráa trataba de sitiar a Cantavieja, obligó a los facciosos a llevarnos
con dirección a los puertos de Beceite, pernoctando este día en Alocao (actual
Olocau del Rey).
16. Salimos de Alocao para Luco, donde descansamos
a medio día; se nos dio medía ración de pan, y fuimos a dormir a Santa-Olea.
17. De Santa-Olea marchamos para las Parras, donde hicimos
noche: se reunieron los soldados que habían quedado en Villarluengo, y por el
5.º batallón de Aragón, que estaba a las órdenes de D. Juan Pellicer, fue relevada
la fuerza que nos escoltaba.
18. Salimos para Monroyo, donde hicimos noche.
19. Marchamos a Peñaroya, donde hicimos noche.
20. Salimos de Peñaroya para Valderobles, quedando en
aquel pueblo algunos oficiales acometidos del tifus: al llegar a Valderobles se
desarrolló de tal modo esta enfermedad, que infinidad de oficiales fueron acometidos
en este día; yo fui otro de ellos, y estuve a las puertas de la muerte. En uno
de los días de mí delirio entraron en la habitación algunos voluntarios y nos robaron
lo que pudieron; sin embargo, con la buena asistencia de los físicos del pueblo,
me libré de la muerte. Murieron el coronel del Príncipe y el teniente Moreno
del 6.º. Permanecieron en este pueblo los enfermos, y los buenos hasta el 25.
25. Quedamos en Valderobles 34 oficiales enfermos,
y los buenos salieron para Arnés, pueblo de Cataluña.
- NOVIEMBRE (de 1837).
1.º Salimos de Arnes para Orta, siendo tratados sin
consideración, y tomando media ración miserable cuando la daban.
10. Murió el oficial D. Luis Mediero, del
provincial de Ávila. El mismo día a las once de la noche nos hicieron salir atropelladamente,
sin consentir aun que nos vistiéramos, y sin permitirnos recoger la triste
manta, única cama. No se dieron bagajes para los enfermos que había, de modo que
los oficiales buenos fueron conducidos hacia Beceite y algunos oficiales que había
en Ames enfermos fueron conducidos a Valderobles. Al teniente Malo, del 6.°
ligero, y a D. Ramón Alcalde, juez de primera instancia del partido de Híjar,
no se sabe dónde les condujeron: según la voz general, fueron asesinados por
los mismos voluntarios que los conducían, demostrándolo las prendas que tenían,
y vimos puestas a los facciosos. También fue robada y maltratada cruelmente la esposa
del difunto Mediero, que hasta la última hora de la muerte asistió a su esposo,
y sufrió todos los trabajos que pasó aquel desgraciado.
11. Fueron conducidos a unas masadas, y en la noche
anterior y en este día fueron fusilados más de 40 soldados, que debilitados por
el hambre no podían andar: nosotros maltratados y colmados de insultos, estuvimos
en las masadas todo el día hasta las nueve de la noche, que salimos a parar a
una venta separada del camino de Beceite.
12. Los oficiales enfermos que estábamos en el
hospital de Valderobles salimos para Beceite, en la madrugada de este día
llegaron nuestros soldados a Valderobles, y daba horror el verlos, pues más
parecían espectros que hombres. Los encaminaron a cosa de las ocho de la mañana
por Beceite, y los oficiales enfermos los seguimos a poco rato: el estado
nuestro era el más crítico que podía darse; nos hicieron levantar de la cama, y
sin tomar alimento, la mayor parte en más de veinte días, nos hicieron marchar a
paso acelerado, amenazando con la muerte al que se quedase atrás. Estas
insinuaciones, y el encontrar a cada paso en el camino cadáveres bañándose en
su sangre, de los soldados que nos precedían, nos hicieron sacar fuerzas de
flaqueza, y llegamos a Beceite a las once de la mañana, donde nos incorporamos con
los demás oficiales. Nos metieron en el juego de pelota, y a la tropa en una
casa medio arruinada: al anochecer nos trasladaron a una casita muy reducida, y
se nos dio media ración de pan.
13. Seguimos sin más novedad que la falta de
raciones.
14. Desde este día empezamos a ser socorridos la
clase de oficiales con media ración, y algunos días nada; pero la desgraciada
tropa ni aun esta pequeñez recibía, por lo que empezó a hacer sus efectos el
hambre y el frío, muriendo cada día de 8 a 10 soldados cuando menos.
15. Nada hubo de particular.
25. Desde el 15 hasta hoy no ocurrió más novedad
que la misma mortandad de tropa, y en este día se recibieron 3.000 rs. que la
generosa y benemérita guarnición y Milicia nacional de Tortosa remitió para la clase
de oficiales, tocando 37 reales a cada individuo.
- DICIEMBRE (de 1837).
1.° Del 25 hasta hoy nada hubo, sino la mortandad de
tropa, que había día, de 12 y 14 (soldados fallecidos); y en este día se nos trasladó a una casa
situada en la plaza, fortificando esta y sus avenidas para caso de sorpresa.
4. Hasta este día nada hubo, pero fue horrorosa la
mortandad de soldados, que hacía más de doce días no tomaban ración de pan. Tal
era su hambre, miseria y maltrato, que ni aun leña les daban para guisar, como
medía libra de patatas, que era su única ración, y se las comían crudas: se
vieron obligados a quitar las vigas del techo donde habitaban, quedándose sin
remedio expuestos a toda intemperie, de cuyas resultas, saliendo al balcón a
implorar de los vecinos algunos socorros, se desplomó este, resultando 15
muertos y muchos estropeados.
7. Sigue la misma mortandad; pero se hundió un piso
de la casa donde estaba la infeliz tropa, y entre muertos y heridos se
desgraciaron más de 50 hombres,
10. Se recibieron de Alcañiz 306 mantas bien malas,
que se repartieron a la tropa.
14. Del 10 hasta hoy nada hubo de particular. En
este dio se recibieron algunas prendas casi inservibles de Tortosa, pero que
nos hicieron muy al caso.
19. Hasta este día nada más sino la mortandad diaria:
hoy se recibió oficio de Cabrera anunciándonos que nuestro canje estaba
concertado, y exigiendo a Pellicer nos racionase lo mejor posible; pero sin
embargo continuamos con la media ración.
21. Del 19 hasta este día sigue la mortandad de
tropa.
27. En los días anteriores continuó lo misma
mortandad de tropa, y siempre media ración.
28. Este dio no recibimos ración alguna, y la
mortandad de soldados, llegó hasta 22 hombres. Tal era el hambre, la miseria y
desnudez, que al que tenía un selo ochavo le asesinaban por quitárselo: sí
algún soldado salía a trabajar a las obras de fortificación, recogía los huesos
que encontraba por las calles, y molidos con una piedra se los comían. Llegó a
tal extremo la necesidad, que ocultaban los cadáveres de sus compañeros, y se comían
sus carnes asadas a la luz de los candiles. ¡¡¡ He aquí el estado de los desdichados
prisioneros de Herrera !!!.
- La historia nos cuenta los padecimientos de los
antiguos héroes, mártires hubo, en las sangrientas guerras de la España; pero
¿habrá habido quien haya sufrido lo que los héroes de Espartero han padecido en
esto prisión ?. No, no es posible: mi pluma, tiembla al escribirlo; pero aun
estas atrocidades no son bastantes para hacernos vacilar: sobre los cadáveres
de nuestros compañeros de armas juramos de nuevo sacrificarnos y pelear en
defensa de nuestra Reina y adorada patria.
29. En este día se nos dio una quinta parte de ración,
y la mortandad de tropa fue como el día anterior. La ciudad de Teruel, a
invitación de su benemérito jefe político, remitió 2000 reales, que su vecindad
reunió para nuestro alivio, y se repartieron a todas las clases.
30. Cuarta parte de ración: continúa la mortandad
en la clase de tropa. La oficialidad del regimiento provincial de Badajoz, de
guarnición en Tortosa, remitió 2.000 reales para socorro nuestro, repartiéndose
a todas las clases. El agradecimiento será eterno, y nuestros corazones se enajenaron
al ver que no nos olvidan nuestros compañeros de armas.
31. No se nos dio ración alguna; los muertos
subieron a 13; y habiendo indagado qué número de tropa existía en el depósito,
supimos que apenas llegaban a 500 hombres, lo que nos demostró que cerca de 600
habían sido ya víctimas de nuestra desgraciada situación.
AÑO DE 1838.
- ENERO (de 1838).
1. ° En este día se nos dio media ración. La
mortandad de soldados subió a 25, y los que existen no son ya hombres sino
cadáveres No se conocen unos a otros; no hay humanidad entre ellos; han perdido
su sentido común, y casi se mueven como por máquina: en fin, el depósito de tropa
se parece en un todo al ejército de Napoleón en la campaña de Rusia. La clase
de oficiales y sargentos lo paso menos mal, en atención a los recursos que cada
uno por sí puede recibir de su casa; pero la rigidez con que se nos trata no es
de prisioneros de guerra, sino como si fuésemos, asesinos.
2. Continua la mortandad en la clase de tropa en número excesivo, y no se nos dio ración.
3. Hoy murieron 22 soldados, y se nos dio una
cuarta, parte de ración.
4. No se nos dio ración alguna, y la mortandad fue horrorosa.
El hambre les obligó a convertirse en fieras, arrojándose sobre los cadáveres
de sus compañeros, y cortándoles sus carnes se las comían crudas; sus cabezas
fueron machacadas y extraídos los sesos, y he aquí, a los defensores de la
patria convertidos en lobos carniceros. ¡¡¡ Quince días hacía que no recibían
ración alguna !!!.
5 . Cuarta parte de ración: murieron 14 soldados y
se encontraron 2 cadáveres casi descarnados.
6. Los anales de la historia deben contar este día
por lo horroroso; la mortandad subió a 30 soldados, que la noche, anterior
fueron muertos a palos porque pedían que comer, llegando a tal extremo su
necesidad que ya comían los cadáveres de sus compañeros como si fuera parte de
ración.
- Los infames que los custodian encuentran los
cadáveres descarnados, y acusándoles de inhumanos o irreligiosos, fusilan 9
infelices que a voces lo solicitaban: todos ansían morir, pero ni aun esto se
les concede por ahora; solo sí, hacerlos padecer lentamente, y en sus últimas
angustias aun piden venganza a los compañeros que sobreviven.
- Prisioneros ha habido en el trascurso de esta
sangrienta lucha; pero ¿quién habrá padecido lo que los prisioneros de Herrera?.
- Nosotros nos sacrificamos por la patria; ¡¡¡ pero
esta cómo nos recompensa!!!; ¡O mi Reina!, es seguro no llegan a tus oídos los
padecimientos de tus defensores, pues tu magnánimo corazón no podría mirar sin
compasión tantas víctimas inmoladas al capricho de los malvados.
7. Murieron 5 soldados, y se les mudó a mejor casa,
aunque reducida.
8. La mortandad llegó a 9 (fallecidos) incluso un
sargento, y se nos dio media ración.
9. Ración como la anterior, y murieron nueve soldados.
10. La mortandad subió a 14 soldados, y no se nos
dio ración.
11, 12 y 13. Murieron de 8 a 9 soldados
diariamente, y se nos dio media ración.
16. Desde el 13 hasta hoy murieron 15 soldados, y
apenas se nos daban 3 onzas de harina de ración. En este día fue llamado por Cabrera
el señor brigadier Solano, el que marchó a Cretas a verse con él para tratar del
canje.
20. Del 16 al 20 sigue la misma mortandad, y sin
raciones.
25. Del 20 hasta hoy murieron de 8 a 10 soldados diariamente.
La falta de raciones llegó al extremo, y apenas se nos daban 2 onzas de arroz o
patatas de ración; tanto, que muchos oficiales, debilitados por tan escaso
alimento, tuvieron que tumbarse, pues ya no tenían suficientes fuerzas para
estar en pie. El que no tenía recursos de su casa, porque solo dependía de su
espada, pasaba días muy tristes; solía faltarnos el pan por espacio de ocho días;
y esta ración consistía en 3 onzas de salvado y panizo; pero la infeliz tropa ni aun esto: solo tomaban una
patata de ración, y el pan podría graduarse por 2 onzas cada veinte días. Los
viles que nos escoltan se congratulan en esto. Porque creen ver morir a los que
dicen no tiene religión. ¡¡¡ Bárbaros !!!...¿Y ellos la conocen?, ¿Y defienden
el altar y el trono, como dicen?, ¡¡¡Desdichados!!!, ¿Creéis que no llegara el
día de vuestra desgracia?... Si llegara, la sangre de 700 soldados, siempre
estará humeante y pidiendo venganza contra sus asesinos, el pueblo de Beceite
es buen testigo de vuestras atrocidades.
31. Del 25 hasta hoy sigue la misma escasez de
raciones y la mortandad de soldados: puede también graduarse de 8 a 10 soldados
diariamente, habiendo llegado el día 28 a 16 los muertos.
Febrero.
1.º Salimos de Beceite para Peñaroya, y llegados a
este punto se nos dio media ración de pan. Los soldados quedaron en Beceite
hasta el día siguiente.
2. Permanecimos en dicho pueblo. La tropa que había
quedado en Beceíte fue conducida a este punto; pero tal era su desgracia, que
hasta el cielo parece se conjuraba contra ellos. Fue tanto el frío y hielo de
este día, que los infelices, debilitados por el hambre, y desnudos enteramente quedaban
a cada paso arrecidos en el camino, y los bárbaros que los conducen fusilan al
que no puede seguir. Veinte desgraciados fueron víctimas del furor de sus
asesinos.
5. Mucha escasez de raciones. La mortandad de tropa
ya no pasa de tres a cuatro diariamente; pero ¡¡¡sí ya solo existen 200 hombres
en el depósito de tropa!!!...
6. Se recibieron 5.000 reales que la Guardia
nacional y vecindario de Barcelona reunió para socorrernos, y se repartió a
todas las clases. Se trató de dar a la tropa un rancho diario hasta que se concluyeran
los recursos, y se empezó a verificar en este día. Había llegado tan a su colmo
el hambre de los soldados que quedaban, que parecían ya fieras: no conocían a
sus oficiales, no pensaban en nada más que en pedir pan: sí los comisionados
tenían pan en la mano para repartirlo, se abalanzaban a ellos, y aun cuando
levantaban el palo para amedrantarlos, se hacían insensibles a todo.
9.
Murió un soldado, y se nos dio medía ración de patatas. A las diez de la noche se nos comunicó orden para marchar el día siguiente los oficiales a Morella, y
la clase
de tropa a Vinaroz, unos y otros para ser canjeados;
y por
primera vez, en cerca de seis meses, empezamos a
disfrutar algunas horas de
gozo, deseando amaneciese el día siguiente, que muy distante estábamos de creer fuera tan
aciago.
10. A las diez de la mañana salimos de Peñaroya los oficiales y nos dirigimos a Morella. Era tal
nuestra alegría, que
a pesar de ser el camino largo nadie se cansaba: todos cantaban, todos se abrazaban unos a otros, y aun
las lágrimas se saltaban de gozó, creyendo ya encontrar en breve la felicidad que apetecíamos; hasta los mismos que nos
escoltan consienten nuestros regocijos, y se entregan a la alegría, esperanzados también de abrazar en breve a sus
compañeros, que habían de canjearse
con nosotros. Llegamos a Morella, y sabemos que el día anterior marcharon a canjearse
9
oficiales, entre ellos 7 de la guarnición de
aquella plaza, que hacía
solo veinte días que estaban prisioneros. Al siguiente día 11, después de darnos dos raciones de pan,
emprendimos la marcha otra vez a Cantavieja, pueblo que su nombre aterra, por
ser donde Cabrera y sus satélites cometen sus mayores crímenes, y donde yacen sumergidos bajo
el
peso de la cadena, y en oscuros calabozos,
infinidad de hombres libres, ¡¡¡ Cuan diferente era nuestra situación a la del día anterior !!!! Caminábamos despacio, no se oía
una sola expresión de gozo, y pernoctamos en el Orcajo.
12. Comimos en la Mata, último pueblo de Valencia, y pernoctamos en Mirambell.
13. Salimos a las nueve para Cantavieja, donde
llegamos á las doce de la mañana, y se nos dio media ración de pan.
14. Nada hubo de particular, y se nos dio media
ración
de pan y carne. En este día nos visitó el
gobernador de aquella plaza D.
Martín de Gracia, y nos ofreció cuantos recursos fueran necesarios para hacer más llevadera
nuestra
triste situación; y basta el 28 seguimos tomando
media ración de pan y carne; también se nos permitieron dos horas para tomar el sol en la plaza.
MARZO (de 1838).
1.° Desde este día al nueve no nos faltó nuestra
media ración, como en el mes anterior.
9. Hoy se nos comunicó orden por Gaeta, ayudante de
Cabrera, para marchar al día siguiente al canje de Segorbe, 2 capitanes, 4
tenientes, 29 subtenientes y 2 oficiales más de cada clase, de suplentes. Esta noticia
no dejó de causar alguna conmoción. Todos los semblantes estaban tétricos y
taciturnos, y nadie encontraba esta noche el placer que semejante noticia debía
causar. Solo la idea de tener que dejar, aunque por breves días, a 40 oficiales
compañeros fieles de desgracia, abandonados y expuestos siempre a perder sus
vidas o pasar los días más melancólicos, nos hacía estremecer, y sentíamos el
momento de la despedida como sí unos y otros fuéramos a ser conducidos a un destierro
donde jamás volveríamos a vernos.
10. Desde la madrugada de este día todos nos
abrazábamos y derramábamos copiosas lágrimas por nuestra separación; habíamos
sufrido juntos seis meses de continuas desgracias, y unos a otros nos animábamos
y consolábamos en ella hasta el extremo de vender caras nuestras vidas
defendiéndonos mutuamente, si por desgracia peligrasen. El saber que dentro de
pocos días disfrutaríamos de felicidad, y ellos quedaban encerrados y mezclados
entre asesinos, que con el ruido de sus grillos hacían más horrorosa aquella mansión,
nos causaba aún más sentimiento, y al darnos los brazos volvíamos los rostros
para hacer menos sensible este paso. Hasta los que se hallaban en otras
habitaciones, y venían a vernos, les causó la mayor sensación. Salimos a las diez
de la mañana y fuimos a comer a la Iglesuela, y pernoctamos en Villafranca del
Cid.
11. Fuimos a comer a Benasal, y a pernoctar al
pueblo Adzaneta, donde nos alojaron, y fue el primer día que empezamos a
disfrutar de buena cama.
12. Salimos para Alcora, donde pernoctamos, y se
nos alojó también en buenas casas.
13. Comimos en Rivesalbes, y pernoctamos en
Suera-baja, alojándonos como el día anterior.
14. De Suera, por los pueblos de Peritandús y Beo,
pasamos a la Alcudia, donde pernoctamos alojados.
15. Salimos de la Alcudia para Algimia de Almonacid,
donde pernoctamos.
16. En este día llegaron a la Algimia los sargentos
y soldados nuestros que desde su salida de Peñaroya estuvieron en el pueblo de
Toda (actual Toga), donde suministrándoles un rancho diario, unido a los
recursos que da Castellón y Segorbe recibieron algunos, pudieron salvarse los
restos de los desgraciados de Herrera. En este día debía haberse efectuarlo el
canje de todos; pero por no estar prontos para este acto los prisioneros que
habían de verificarlo con nosotros, solo marcharon 2 cadetes, 22 sargentos y 62
soldados, cuyo canje se realizó en Segorbe. Se nos mudó de alojamiento,
alojándonos en el centro de la plaza, privándonos de la libertad que los días
anteriores disfrutamos. No dejó do causarnos alguna sorpresa esta
determinación; y en efecto, parece que Cabrera no quería canjear al brigadier Solano
por Miranda, y sí solicitaba fuese por Tallada. Al día siguiente volvimos
atrás, y aun parecía que se tenía más vigilancia para escoltarnos.
17. Salimos de la Algimia y pernoctamos en
Villamalur, alojándonos, aunque más reducidos, donde se nos dijo que todavía se
tardaría algunos días en verificar el canje, pues se aguardaba la contestación
del general Oráa para efecto.
18. Descansamos en Villamalur hasta el 20.
20. Salimos de Villamalur y pararnos a comer en
Ta|es. En este pueblo corrió la voz de que se había fusilado a Tallada, que no
dejó de causarnos alguna sensación, en atención a que nuestras vidas estaban a disposición
del monstruo Cabrera. Con motivo de acercarse la columna de Borso a levantar el
sitio que Cabrera tenía puesto a Lucena, hizo poner en retirada a la facción que
se hallaba en Tales y Onda, y seguimos también este movimiento, pernoctando en
Rivesalbes. Esta noche todo eran conjeturas, y mil ideas tristes se agolpaban a
la imaginación; ya creíamos volver otra vez a Cantavieja. Hubiéramos muy bien
podido sustraernos la mayor parte del poder de nuestros guardas; pero el
compromiso, la palabra de honor, y lo que pudieran padecer nuestros compañeros,
nos hacían superior a todo, y esperábamos el porvenir con la mayor serenidad;
los prisioneros de Herrera conocieron la desgracia, jamás la infamia.
21. De Rivesalbes salimos para Suera, donde
pernoctamos, y a las nueve de la noche se recibió oficio del general Oráa para
verificar el canje.
22. Salimos para Gaíbiel, distante tres horas de
Segorbe, donde pernoctamos, y se recibió oficio del gobernador de Segorbe para que
permaneciéramos en este punto, seguro de que sería respetado.
24. Permanecimos sin novedad, y hoy se cumplen
siete meses de aflicción y desgracias.
25. Se recibió oficio del señor gobernador de
Segorbe Hoxolm, para que al día siguiente a las seis de la mañana emprendiéramos
el movimiento para el pueblo de Navajas, donde se verificaría el canje; pero
como Cabrera tenía oficiado á su ayudante Gaeta para que el brigadier Solano no
se canjease, habiendo marchado enfermo dicho ayudante, comisionado para nuestro
canje, y encargado de nuestra custodia a otro de su misma clase llamado García,
este ofició a Gaetá pidiéndole explicaciones sobre el canje del brigadier. A
las seis de la tarde de este día entraron en Gaíbiel dos compañías facciosas.
26. A las tres de la mañana de este día sentimos el
toque de marcha granadera, cuya señal era para prepararse, y sin poder acertar sí
sería para marchar a Segorbe, nos vestimos con precipitación a dicho toque; pero
luego se dijo que no era para los prisioneros, y si para dos compañías que
marchaban por raciones.
- Los infames, validos de que mientras
permaneciésemos allí, el pueblo seria respetado por nuestras tropas, introducen
de noche dos compañías más en el pueblo, con el objeto de que saliendo a media
noche puedan robar y extraer de las inmediaciones de Segorbe raciones y dinero;
más al valiente Mañez, jefe de una pequeña columna de cuerpos francos, no se lo
escapa semejante infamia, y saliendo con parle de la guarnición de aquella
ciudad, encontró al enemigo y le acometió con la mayor intrepidez. Nosotros
estábamos ignorantes de semejante caso, aguardando contestase Gaeta favorablemente
sobre el canje del brigadier; y en efecto a las ocho se recibió el oficio, que felizmente
decía se canjease. A las nueve de la mañana salimos de Gaíbiel y nos dirigimos a
Segorbe, y en el camino todos nos entregamos a la alegría, pero no aun sin
recelo de que todavía tuviéramos algún contratiempo. Así fue; como a la mitad
del camino, nos hallamos casi en medio del fuego que unos y otros hacían, y se
nos metió en un barranco temerosos de que Mañez nos rescatase, y estuvo en muy
poco que no nos volvieran atrás.
- El brigadier Solano pudo persuadir al ayudante de
Cabrera, y marchó a Segorbe en unión de D. José Rajor, teniente de rey de
Gerona, para verse con Hoxolm, y en el momento se retiraron unos y otros;
habiendo resultado por nuestra parte la pérdida de un soldado muerto y dos heridos.
- Ya divisábamos los muros de Segorbe; su vista nos
causaba la mayor agitación, y nuestros corazones palpitaban de gozo al ver tan
cerca las puertas de nuestra felicidad. El sonido del clarín y las cajas de
nuestras tropas resonaban en nuestros oídos, y veíamos con placer la masa que salía
hacia el llano donde debía verificarse el canje. Las banderolas de nuestra
caballería, movidas por un céfiro blando, ondeaban en aquellos campos formando
la mayor armonía, y al hermoso sol que este día nos acompañaba, relumbraba el
acero brillante de sus lanzas, haciendo un contraste tan sin igual, para los
desdichados que en siete meses y dos días no habían visto nada de esto, que les
parecía aún más grandioso este acto solemne.
- Hicimos movimiento, y llegados al pueblo de
Navajas nos estaban esperando ya unos cuantos lanceros del 4.° de ligeros, que
abriendo calle siguieron la marcha. A la vista de nuestros soldados todos
llorábamos de gozo; pero aun reparábamos que nuestros asesinos nos rodeaban, y
no nos podíamos ensanchar como queríamos. Un gentío numeroso que de Segorhe y
los pueblos inmediatos salían a vernos, nos obstruía el paso, y todo el mundo
compadecía a los prisioneros de Herrera. Verificado el canje, no nos hallábamos
de puro gozo; todos nos abrazaban, y todos se amotinaban a saber nuestras
desgracias, estremeciéndose horrorizados.
- Entramos por fin en la ciudad acompañados de su
digno gobernador Hoxolm, y de la oficialidad del regimiento provincial de
Santiago, de guarnición en la misma; y este paso hacia un contraste puramente patriota
y entusiasta.
- Los oficiales de la guarnición y ejército
mezclados entre nosotros, que la mayor parte veníamos llenos de andrajos, paseamos
las calles del pueblo con el mayor entusiasmo y agarrados del brazo.
Seguidamente entramos en el palacio del gobernador, donde de antemano estaba
preparada una brillante mesa, que servida por los dignos compañeros que nos obsequiaban,
hacían los manjares aún más delicados. Todo esto unido a los dulces sonidos de
la música, que entonaba los himnos de nuestras glorías, nos parecía que
habíamos descendido del centro de las cavernas más horribles a un paraíso lleno
de felicidades.
- Después de la comida, que fue espléndida, nos
sacaron por las calles de la ciudad precedidos de la música, y casi nos conducían
en triunfo entonando himnos patrióticos, y repitiendo algunos tristes versos
que en nuestra prisión habíamos compuesto. En el café de esta ciudad y
principal, se nos sirvieron abundantes refrescos, donde una bel…dad, decidida
entusiasta de su patria, desde el balcón nos arrojó infinidad de dulces de
todas clases. La fiesta duró hasta las diez de la noche, comunicándonos la orden
para marchar al día siguiente a Murviedro. Quisiéramos haber podido expresar a
nuestros dignos compañeros de armas el agradecimiento y gratitud; pero la
premura de nuestra marcha no lo permitió. No dudéis, pues, amados compañeros,
que vuestra memoria siempre estará grabada en nuestros corazones, y que nos
contemplaremos dichosos si aceptáis en prueba de la amistad y reconocimiento
las muestras que de ello os dimos mientras permanecimos juntos.
27. Salimos de Segorbe para Murviedro,
proporcionándonos carros para hacer la marcha con toda comodidad. Como a las
cuatro de la tarde estábamos ya frente al castillo de dicho pueblo, donde salió
a recibirnos el teniente general D. Marcelino Oráa, y el mariscal de campo don Froilán
Méndez de Vigo, acompañado de su estado mayor, y seguidamente ambos generales y
jefes nos hicieron admitir su mesa.
- Para evitar toda duda sobre la exactitud de este
diario que precede, le firmamos los compañeros de desgracia del autor, hechos
prisioneros y canjeados en el mismo día.
- Capitanes: D. Antonio Molina. — D. Bernardo Majenis.
- Tenientes: D. Manuel Michelena. — D. Benito Carbajales.
— D. José Coll. — D. Miguel Rosell.— D. Francisco Lloret. — D. Felipe Aparicio.
— D. Pedro Navas. — D. Antonio Castro. — D. Antonio
González. — D . Victoriano Ametller.
- Subtenientes: D. Luis Pujol. — D. Alejandro Pujol.
— D. Pablo Salazar. — D. Gaspar Calderón.— Don Lorenzo Lanxa. — D. Francisco Pérez
Canal. — D. Bernardo de la Muela. — D. Álvaro de Luna. — D. Francisco Rodríguez
Castro. — D. Juan Rodríguez. — D. Bautista Fernández. — D. Dimas Martínez.— D.
Nicolás Fierro. — D. Lorenzo Ponte. — D. Pedro Tauste. — D. Mariano Jaime del
Pozo. — D. Ramon López. — D. Manuel Rodríguez.
ADDENDA: ADICIONES Y COMPLEMENTOS SOBRE LAS TEMÁTICAS Y MOTIVOS REFERIDOS EN EL ARTÍCULO. (POR JUAN EMILIO PRADES):
RACIÓN QUE DABAN EN BECEITE A LOS SOLDADOS DE TROPA PRISIONEROS: Una patata cruda de ración al día, y muchos días nada.
COMPARACIÓN CON LAS RACIONES DEL EJÉRCITO PARA UN DÍA DE ETAPA: En el siglo XIX, la alimentación de los ejércitos era un desafío complejo. Las raciones de etapa, destinadas a los soldados durante sus desplazamientos y campañas, eran de mala calidad y escasas de cantidad. A menudo, las divisiones enteras pasaban días sin pan, lo que afectaba gravemente a la salud de los militares. Estas raciones de etapa solían incluir: 24 onzas de pan ordinario o 18 de bizcocho; 8 onzas de carne fresca o salada; 6 onzas de tocino salado; 1 onza de arroz; 2 onzas de legumbres; 1/2 o 1/4 de pinta de vino para cuatro soldados; 1 libra de sal para 30 soldados.
MILITARES CARLISTAS: Cabrera, Gaetá, Pablo Aznar (el Cojo), Juan Pellicer,
PUEBLOS CITADOS QUE RECORRIERON LA COMITIVA DE PRISIONEROS Y SUS GUARDIANES CARCELEROS DEL 5º BATALLÓN DE ARAGÓN AL MANDO DE JUAN PELLICER:
BIBLIOGRAFIA, WEBGRAFÍA Y FUENTES DOCUMENTALES:
ARCHIVO FOTO-IMAGEN:
Fotografías cedidas por J. E. Prades Bel.